miércoles, 27 de marzo de 2013

Tras la mudanza...

Olvidé dejar un hueco,
un espacio útil
para el amor y sus secuaces.

Y es que es cierto
que los sentimientos
 no ocupan lugar,

pero sus cenizas, sí. 

lunes, 18 de marzo de 2013

No que no?

No estarás para nada,
no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.




Ya van más de dos años que voy pesando en que si uno de estos días ni amanezco en un manicomio termino tirándome de un puente, y es que mientras yo iba por la vida viviendola a medias, llorando por el mismo rostro, buscando escapes desesperados, torturándome con canciones cortavenas, llamando ebria a un número incorrecto, entre otras miles de ridiculeces... resulta que el mundo seguía dando vueltas, el reloj seguir marcando horas y todos (hasta él) seguían con sus vidas. Muchos se separaron y ahí andan de cama en cama, otros se casaron (muchos a decir verdad), hubo nuevos bebes, muchos adoptaron mascotas, otros se cambiaron de universidad, de casa, de trabajo, unos se revelaron, otros se enmendaron; en resumen, nada está como era. Y yo? pues yo seguía enredándome en ese engaño de telenovela mexicana que me tocó vivir, me decía una y otra vez que el tiempo hará su trabajo... pero pasó un mes, cuatro, un año, dos y yo seguía en ese estado de zombie enamorado.
Cortázar una vez dijo: cada vez iré sintiendo menos y recordando más, y qué razón tenía, el problema es que      eventualmente es difícil diferenciar entre recuerdos y sentimientos, y si ha eso le añadimos que uno se acostumbra a todo, incluso a tener el corazón roto, entonces nuestra zona de confort es ese estado de sufrimiento y nos volvemos masoquistas de profesión.
Pero un día mientras uno camina en la calle, levanta la mirada y en la otra acera está el objeto de tanto drama, el protagonista de nuestras noches en vela, ese del que nunca hablamos pero en el que siempre pensamos y uno espera un cataclismo interno, de esos en los que el corazón se te va al estomago y los cachetes empiezan a hervir, pero en vez de eso el corazón sigue latiendo al mismo ritmo, el estomago se queda en su lugar y ni sube ni baja la temperatura. 
?¿
¿Qué paso con todo ese amor errante que me torturaba tanto?
No se pudo haber ido y ya. Porque entonces que me queda?
Es como si la cinta del cassette se hubiese acabado, ni siquiera es un stanby, es un sanseacabó!!!!
Y tampoco hay grillos de fondo ni nada.
El punto es que no hay nada.
O es que todo lo conocido desapareció y solo queda lo desconocido. 
Mi humilde teoría es que la página no se dio la vuelta, sino que el libro se acabó y toca empezar uno nuevo.
Quién dijo que no llegaría nunca mi borrón y cuenta nueva?
:D

martes, 12 de marzo de 2013

Los amados muertos


Es media noche. Antes del alba darán conmigo y me encerrarán en una celda negra, donde languideceré interminablemente, mientras insaciables deseos roen mis entrañas y consumen mi corazón, hasta ser al fin uno con los muertos que amo.
Mi asiento es la fétida fosa de una vetusta tumba; mi pupitre, el envés de una lápida caída y desgastada por los siglos implacables; mi única luz es la de las estrellas y la de una angosta media luna, aunque puedo ver tan claramente como si fuera mediodía. A mi alrededor, como sepulcrales centinelas guardando descuidadas tumbas, las inclinadas y decrépitas lápidas yacen medio ocultas por masas de nauseabunda maleza en descomposición. Y sobre todo, perfilándose contra el enfurecido cielo, un solemne monumento alza su austero capitel ahusado, semejando el espectral caudillo de una horda fantasmal. El aire está enrarecido por el nocivo olor de los hongos y el hedor de la húmeda tierra mohosa, pero para mí es el aroma del Elíseo. Todo es quietud -terrorífica quietud-, con un silencio cuya intensidad promete lo solemne y lo espantoso.
De haber podido elegir mi morada, lo hubiera hecho en alguna ciudad de carne en descomposición y huesos que se deshacen, pues su proximidad brinda a mi alma escalofríos de éxtasis, acelerando la estancada sangre en mis venas y forzando a latir mi lánguido corazón con júbilo delirante... ¡Porque la presencia de la muerte es vida para mí!

H.P. Lovecraft